Páginas

domingo, 20 de enero de 2013

Las dos caras de una carrera


Esta mañana se ha celebrado la Marató Costa Daurada, la primera que se celebra en la ciudad de Tarragona. Esta maratón se ha celebrado para dar salida a los juegos del Meditarráneo, que se celebrarán en la misma ciudad, en los meses de junio y julio del 2017.

Conjuntamente a esta gran prueba, se ha realizado otra de menor distancia de 10km, en la cual he participado, rebajando mi mejor marca personal en casi 2 minutos. Ambas carreras se han iniciado al mismo tiempo y han compartido recorrido durante 8km, momento en el cual los que corríamos la prueba corta hemos realizado un giro para llegar a la meta y los maratonianos han seguido el recorrido establecido por toda la ciudad.

Durante cinco kilómetros he compartido carrera con el grupo de 3:30h para la maratón, formado por unos veinte corredor@s y liderado por mi compañero de equipo Pep Sánchez. Aunque llevaban un buen ritmo, he querido adelantarlos, puesto que yo necesitaba ir un poco más deprisa para bajar de los cincuenta minutos, pero debido al fuerte temporal de viento huracanado que ha soplado toda la mañana, he bajado el ritmo y me he agrupado de nuevo a ellos. Hoy no era día para intentar mejorar marca. En esos kilómetros acompañada, he descubierto la cara bonita de las carreras, he visto al buen runner. El grupo trabajaba compacto para avanzar todos juntos, alertando a los demás de las sorpresas en el camino: piedras, conos, bordillos... De este modo, todos nos íbamos protegiendo del viento y seguíamos adelante sin sufrir ningún percance. Es agradable ver y sentir el fair play en estas pruebas, donde el atleta amateur busca gozar de la prueba, compitiendo contra él mismo.

Al acabar mi carrera he pasado a formar parte de la otra cara de la competición: el público. A pesar del frío y el viento, me he quedado a animar a mis compañeros de equipo y a todo participante que veía. Cuando compites, siempre es de agradecer una palabra de ánimo, que te empuja esos últimos metros cuando ya no puedes más. Y desde mi posición de observadora he asistido a varias actuaciones incorrectas y totalmente reprochables. No me refiero a esos corredores que recortan en las curvas, saltándose parques y pisando aceras. Creo que esos corredores se dan más en distancias cortas. En una maratón, la gloria está cuando tu reloj marca los 42.195 metros, independientemente del tiempo. Por actuaciones reprochables me refiero a ese público que no tiene en cuenta a los deportistas, esas personas que invaden el recorrido para hacer una foto, que cruzan enmedio de la carrera haciéndote frenar o cambiar de dirección, y que además se molestan si les dices algo. Esas personas no pueden llegar a entender lo que supone el tener que disminuir el ritmo o cambiar tu punto de apoyo, cuando estás dándolo todo por acabar. Probablemente, nunca se hayan puesto un dorsal. Pero aún y así, deberían tener, como mínimo, un poco de respeto por el deportista, compartiendo así el buen recuerdo de esa competición.

domingo, 13 de enero de 2013

Me esperan en casa

Iñaki Lejarreta, Víctor Cabedo, Ricardo Otxoa, deportistas que han fallecido en las carreteras mientras entrenaban. Ramón, Juan, Pere, ciclistas anónimos que han corrido la misma mala suerte saliendo a disfrutar un día mientras rodaban en bicicleta. Todos ellos, con nombres y apellidos, tenían una familia, unas ilusiones, unos proyectos de vida, que se han visto truncados por algo llamado impaciencia e inconsciencia.

Todos sabemos chutar un balón de fútbol, conoceremos más o menos sus reglas, sabremos lanzar una pelota... y sabemos que nada malo va a pasarnos haciendo eso. No tiene riesgos. Pero recordemos (si podemos) lo que nos costó aprender a ir en bicicleta. Una tarea bastante difícil al principio, que casi hemos automatizado a base de práctica. ¿Hemos pensado alguna vez qué nos supuso aprender a ir en bicicleta? ¿Qué mecanismos debimos aprender a usar para movernos con ella? Equilibrio, coordinación,... todo eso depende de nosotros mismos. Y más se complica la cosa cuando decidimos salir a la carretera, donde, además de estar pendiente de nuestras cualidades y destrezas, tenemos que estar pendientes de todos los demás. Parece ser que en la carretera se impone la ley del más fuerte y todo lo que queda al paso, debe ser apartado. Y los ciclistas somos un estorbo. Cierto es que algunos ciclistas no respetan tampoco las normas, saltándose semáforos, entrando en calles en contra dirección. Todos lo hemos hecho y somos conscientes del riesgo que corremos. Así pues, es un mal conjunto, si bien nosotros nos llevamos siempre la peor parte.

España encabeza el ranking europeo de ciclistas fallecidos en carretera. Poca conciencia ciclista tenemos aquí. Casi tres millones de personas utilizan la bicicleta para sus desplazamientos, una cifra a tener en cuenta. Muchos hemos sufrido percances entrenando por culpa de conductores poco pacientes que nos adelantan en una curva, se acercan demasiado por detrás, nos pitan para que nos apartemos... Señores conductores, nosotros también pagamos impuestos y tenemos el mismo derecho a circular por las carreteras. No estaría de más, repasar las últimas novedades en el código de circulación, en relación a los ciclistas. Os dejo el enlace: http://www.dgt.es/revista/num151/pages/ley.html 
Aunque ya sabemos que, por mucha ley que haya, la conducta de cada uno frente al volante únicamente la podemos cambiar nosotros.

La próxima vez que vayáis en coche y nos encontremos mientras yo entreno, pensad un poco antes de actuar. A mi también me esperan en casa.



Aprovecho esta entrada para hacer eco de una marcha reivindicativa por la seguridad del ciclista, que están poniendo en marcha nuestros compañeros triATLETAS. Se realizará el 10 de febrero por las carreteras catalanas (aún por decidir). Echadle una ojeada y uníos si podéis. No volveremos a tener entre nosotros a aquellos que nos dejaron, pero sí intentaremos concienciar al resto para que no se vuelvan a repetir esos desafortunados incidentes.





viernes, 4 de enero de 2013

Lección para hoy


"Prefiero vivir mi vida aceptando quién soy, queriéndome y sabiendo que no soy perfecta, a vivir mi vida pretendiendo serlo"

Esa es mi lección del día de hoy. A veces, nos ocurren cosas que no deberíamos dejarlas pasar sin más. Soy creyente a pies juntillas de que todo lo que pasa, ocurre por alguna razón. Es por eso, que pienso que nada es en vano. Así pues, merece ser estudiado o considerado. Somos personas imperfectas, moldeables totalmente en función de nuestras vivencias. Nos equivocamos y de ello deberíamos aprender. Deberíamos ser capaces de reconstruirnos a partir de esos errores y, si bien no puedan ser enmendados, al menos no repetirlos. 

Salir de nuestra zona de confort, cambiar, enfrentarnos a algo diferente a lo que estamos acostumbrados... es un duro trabajo. Pero es un trabajo para valientes. A menudo, les digo a mis alumnos que mentir es de cobardes, que hay que dar la cara por algo que no está demasiado bien hecho y apechugar con las consecuencias. Y así lo procuran hacer (con más o menos éxito...). Por mi parte, si por algo creo que puedo enorgullecerme, es de ser valiente. Es muy fácil poner la cabeza debajo del ala y esperar a que la tormenta pase. Mucho más costoso es ponerse de frente, alzar la cabeza y prepararse para lo que pueda venir. Y hoy toca.

Esto no tiene mucho que ver con el deporte, ahora mismo. Pero sí lo podríamos aplicar. Una competición mal planteada, un error, el no haber tenido previsión, no haber entrenado suficiente, sobrevalorarnos... nos puede salir caro. Pero probablemente la lección nos servirá para no cometer los mismos fallos. Y así aprendemos. A base de ensayo-error. Ningún deportista se ha mantenido victorioso en toda su trayectoria. Todos caemos. Lo que sí nos hace ser excelentes, es la capacidad de aprender y de levantarnos, una vez más, con la lección sabida.


martes, 1 de enero de 2013

Empecemos...

Hoy, primer día de 2013, empiezo este nuevo blog. En mi anterior espacio (http://un-repte-per-cada-any-viscut.blogspot.com.es/) pretendí explicar mis vivencias y experiencias para la consecución de los objetivos que me marqué: un reto por cada año vivido, sumando un total de 33. Finalizó el 2012, y con él finalicé 30 retos. No cumplí el cometido, pero el último de los retos, valió por tres: acabar el año feliz y así fue.

Hoy, empieza un nuevo año y, con él, muchos propósitos: no me saltaré entrenos, estaré más por los míos, no me enfadaré tanto con mis alumnos, no alimentaré los surcos de mi frente producto de mi mal humor, no seré tan "borde"... y aunque los tengo presentes y es lo que quisiera, soy consciente de que puede ser que los vaya a cumplir. Trabajaré para ello, pero sé que muchas veces fallaré. Fallaré con mil excusas externas, cuando la principal culpable seré yo. Así pues, esos buenos propósitos quedan allí debajo, para dar paso a decir que mi año y los sucesivos van a ser como yo quiera que sean y intentaré que sean lo mejor, a pesar de las circunstancias.

Hago triatlón desde hace un año, y durante el tiempo pasado he conseguido grandes cosas. Me pusieron el caramelo en la boca y ya he empezado a cogerle el gusto. De distancias cortas pasé a una media, un Half como lo llaman en el mundillo, y hecho esto, sólo me queda un paso más: un Ironman

"Llegar a ser una mujer de hierro" no significa sólo conseguir llegar a finalizar esta prueba (que la guardo para el año que viene); significa ser una mujer de hierro en todos los aspectos de mi vida: personal, laboral y deportivo. Con tesón, constancia, motivación y ganas, voy a conseguirlo. Porque lo primero es proponérselo; seguidamente, empezar; la victoria llega en la línea de salida. A partir de ahí, sólo queda disfrutar. Y a ello vamos.

Foto de Lid Isart