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martes, 17 de septiembre de 2013

Cuánto me queda (nos queda) por aprender!

Hace poco más de una semana, acabé mi cuarto triatlón distancia Half, esta vez en Narbonne (Francia), de la mano de Extrememan. No he hecho crónica del evento, porque mientras corría, mirando el mar, decidí que lo que estaba sintiendo, me lo iba a guardar para mi. Mi preparación anterior fue bastante buena, llegué bastante fuerte a la competición, pero podría haber llegado mejor. Natación aceptable y mejorable; bicicleta bastante satisfactoria; pero podría haber corrido mejor. Siempre se puede hacer mejor las cosas. Y de los hechos, aprendemos. Aunque sumamos una medalla más.


El fin de semana pasado, competí en la Duatló de La Pobla de Mafumet, gracias a Running Solutions, y una vez más, me pegaron el repaso. Es habitual en mi, cerrar las clasificaciones, como ya he dicho en numerosas ocasiones, y aunque mi padre me pregunte que cuándo voy a pegar un puñetazo en la mesa y apretar más y a mi me reconcoma por dentro, papá, aún no puedo hacer más. No es que no me esfuerce, sino que de momento, mis ritmos en carrera (en carrera a pie sobretodo), son bajos. Pero en estos momentos, prefiero que sean bajos y asegurarme el llegar a meta, aunque sea la última, que reventar y no llegar. O llegar igualmente la última, pero sin poder sonreír. Ya mejoraré, estoy segura, porque no pienso dejar de entrenar. Pero de entrenar como deportista y como persona.  Y es que el deporte que ahora practico, la disciplina en los entrenamientos, lo leído y vivido, me ha enseñado ya muchas cosas. Y me ha hecho cambiar. He aprendido a tomarme las cosas de otro modo, a ver un revés como uno de los golpes ganadores, a reconocer el fruto del sufrimiento y el tiempo invertido y saber que todo esto, valdrá la pena. Pero aún me queda mucho más por aprender. 

Acabo de ver el vídeo de la última locura de Valentí Sanjuan, en el Ultraman UK (Gales) y he podido sentir un poquito, el esfuerzo y sufrimiento que le supuso acabarlo. Compartí con Valentí un fin de semana de competición el Getxo, y es un tío normal. Un tipo agradable, bajito, con chispa, que llevaba una bici prestada, y que hacía poco había acabado el Ironman de Lanzarote preparándolo sólo con 6 semanas de antelación (creo). Le pregunté si antes había hecho algo más, y no, sólo jugaba a futbol. Impresionante, porque futbol y triatlón, poco tienen que ver. Pero el tío se planta, hinca codos, y es Ironman. ¿Así de fácil? Pues no. Y estando en Getxo, suelta que quiere probar el Ultraman UK. Y en poco más de un mes, acaba segundo en esa impresionante competición, obteniendo una plaza para el mundial de Ultraman en Hawaii. ¿Y así sin más? Pues no. Valentí ha sufrido entrenando, ha hecho tiradas de 30km a las 11 de la noche al salir de su trabajo, ha hecho más kms en bici en un mes que yo en nueve, y con más desnivel. Y ha nadado más horas que yo navegado por internet. Valentí ha sentido muchos días de bajón, de no querer ir a entrenar, y ha ideado estrategias para vencerse a sí mismo. Y el premio a todo eso, ha valido la pena. En el vídeo se le ve sufrir, se le ve llorar, se le oye diciendo que se va para casa, pero sigue. Porque está ahí por algo, y porque no va a abandonar. Algunos pensarán que está loco, que no vale la pena sufrir, que no sirve de nada, que este tío es un privilegiado, que no todo el mundo puede... bien. Parte de cierto, pero parte de excusa. No todo el mundo puede hacer un Ultraman (empezando ya por la cuota de inscricpión!), pero sí podemos hacer nuestro particular Ultraman en cosas más cercanas. Las mías, por ejemplo, serán pues bajar de los 50' en los 10km, acabar un Ironman, conseguir que mis alumnos acaben 4o de primaria con unas buenas bases, sonreír más... Y todo esto, lo conseguiré con tesón y constancia. Y no voy a dejar de entrenarme. Porque aún me queda mucho por aprender.

Sin su permiso, os dejo el enlace del vídeo de Valentí. Vale la pena.